LA
CARCEL INSTRUMENTO DE UN SISTEMA FALAZ
Un Intento Humanizante
Víctor Hugo Mamaní plantea un modelo alternativo fundado en la conversación entre personas, no entre un guardiacárcel y un preso; una conversación que, fundada en el lenguaje y en el despliegue de ideas y emociones, permite construir una relación interpersonal, intersubjetiva, en la que cada uno aparece frente al otro como sujeto, y no como el castigador y el castigado. Imbuido de una pedagogía de la presencia, tal como la predica Antonio Gomes da Costa (quien, a través de UNICEF, tanto ha hecho por los niños de la calle y en la calle, para evitar que un día se conviertan en quienes llenan las cárceles o sean víctimas de abusos y castigos). Víctor Hugo pone en evidencia su presencia, una ética del cuidado, una mano y una palabra que se tiende para iniciar un diálogo y una tarea distintos de los que se hacen en las cárceles. Abre candados y rejas. Comparte esperanzas. Crea espacios cotidianos vivenciales. Trabaja sobre lo sano, no sobre lo enfermo. Porque tiene conciencia de que él también están privado de su libertad, de que es un preso más en un sistema que nos encierra, nos presiona, aunque no se ha cometido un delito. [...] Víctor Hugo Mamaní inicia una alternativa humana, en esta sociedad cada día más deshumanizada. 'Aquel que hace algo puede equivocarse', nos dice en algún momento de su libro, pero 'aquel que no hace nada ya está equivocado'. Me gustan los transgresores, entendiendo por tales a los creadores. A los que aventuran tomar su palabra y poner en actos todo su cuerpo vital, toda su biografía total. [...] Desde la época de Pettinato, creo que nada se ha intentado cambar en ellas en nuestro país. Como a él, seguro también te criticarán, porque es más fácil dejar que todo siga igual que siempre. Tal vez algún día, Víctor Hugo Mamaní, alguien como yo, pero desde tu profesión, se aventure en la lectura de este libro y empiece a descubrir que los presos también son seres humanos..."
(del prólogo de Natalio Kisnerman)
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