JAKASIÑA CENTRO DE ESTUDIOS SOCIOCULTURALES Y ACCION COMUNITARIA. Integrado a la Red Iberoamericana por los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Asociación Mundo Solidario. (De España para Latinoamérica)
   
  Centro de Estudios Jakasiña
  ¿Cuestión Social e Intervención Profesional?
 

¿CUESTIÓN SOCIAL E INTERVENCIÓN PROFESIONAL?

“Actuación Profesional  desde una perspectiva intercultural”

 

   VICTOR HUGO MAMANI

 

 

 

RESÚMEN

 

El trabajo problematiza  la noción de “intervención”, el carácter etnocéntrico que adquieren las modalidades colonizantes e instituidas de las prácticas sociales alejadas del reconocimiento de las problemáticas latinoamericanas y despojados de una visión cultural y antropológica cuando pretenden describir desde parámetros científicos – técnicos la realidad social, descomprometidos con su transformación.

En esta dirección el trabajo es interesante porque logra poner en debate estas visiones desde un proceso de trabajo particular y referenciado en el debate actual respecto de la “actuación profesional”. Se estima que es una buena línea de construcción sobre el trabajo social, también es importante incorporar en el debate, las condiciones o dispositivos institucionales desde donde el trabajador social se “mueve” y su articulación con las otras disciplinas y saberes.[1]

 

 

PALABRAS CLAVES

 

Cuestión Social – Cuestión Latinoamericana –  Práctica social colonizante - Intervención Profesional – Actuación Profesional-

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿CUESTIÓN SOCIAL E INTERVENCIÓN PROFESIONAL?

“Actuación Profesional  desde una perspectiva intercultural”

 

I. Introducción

 

El presente trabajo constituye al decir de Castoriadis (Fernandez, 2002,17) un intento de “elucidación crítica” una exploración reflexiva de nuestro ejercicio profesional, llamado actualmente “intervención”, construcción conceptual que considero necesario revisar más allá  del sentido que le dan Alfredo Carballeda (2005, 93) y  Carlos Eroles (2005,105-109), pues hay una distancia entre lo que el sistema y sus profesionales dicen que hacen y lo que efectivamente hacen (Balestena, 2003,27). Exploración que implica, desde  nuestro trabajo comunitario,  adentrarnos en la situación de encuentro con los vecinos en sus condiciones concretas de existencias, los “otros que nos construyen” en su vida cotidiana, en su mundo relacional, donde se expresa “la cuestión social”. Significa viajar “mar adentro” de nuestro discurso y ejercicio profesional, en ese mundo que decimos “de los otros”, es navegar utilizando la metáfora de García Roca (2001,17) hacia el interior de nuestro posicionamiento profesional

Castoriadis dice que  elucidar es el trabajo por el cual los hombres intentamos pensar lo que hacemos y  saber lo que pensamos, o quizás como refiere Forster, (2005) es  mirar un poco nuestro discurso y quehacer profesional a contrapelo, a contraluz, tratando de  recorrer sus zonas opacas, sus claroscuros, sus deslizamientos, sus grietas, sus fisuras. No se trata de una lectura cerrada, clausurada,  por el contrario se trata de repensar legados heredados que condicionan nuestro quehacer profesional, de indagar nuestra herencia para ver el mundo, pues como expresa Gastón Bachelard “somos hijos de un determinado modo de representación del mundo”. Cuando cambiamos la mirada sobre el mundo, cambiamos el mundo, cambiamos nosotros. He aquí el  desafío de repensar a contrapelo nuestro posicionamiento cuando hablamos de “cuestión social” y de “intervención”.

 

 

2. Sobre  la “cuestión social”

 

La “cuestión social” es un concepto fundamental para poder situar el sentido de la intervención profesional” refiere Rozas Pagaza (1998,45) y por ello  recorreré  diferentes versiones de  la misma, antes de reflexionar sobre la “intervención profesional”

En términos generales entiendo que  Robert Castel (1997) define a la cuestión social como la incertidumbre, inquietud o enigma de una sociedad, una encrucijada acerca de sus capacidades  para mantener la cohesión entre sus miembros. Se le cuestiona a una sociedad y se pone en el debate, su capacidad para existir como un conjunto vinculado por relaciones de interdependencia.  Para este autor, la cuestión social se designó como tal, en el 1900 cuando las poblaciones que eran  agentes y víctimas de la revolución industrial toman conciencia de sus condiciones vitales desfavorables. La cuestión social se presentó como la cuestión del pauperismo, registrándose en ese momento un divorcio entre un orden jurídico-político fundado sobre el reconocimiento de los derechos del ciudadano y un orden económico que suponía miseria colectiva. Convencidos de que representaba una amenaza al orden político y moral, se planteó como prioridad encontrar un remedio eficaz para la plaga.  

El Estado de Bienestar  se constituyó en el instrumentador del “plaguicida eficaz”, durante el período comprendido entre las décadas del 50 al 70. El Estado de Bienestar significó la consolidación de la situación salarial, mediante la ideología del progreso. El paradigma propuso la aplicación de técnicas aseguradoras del dominio social y la pretensión de universalización de las mismas. Durante este período, el trabajo presentó su máxima centralidad en tanto significó un soporte privilegiado de inscripción en la estructura social. Aquí se  reconoció el advenimiento de una nueva cuestión social inscripta en la crisis del Estado de Bienestar a partir de los años 70, y que se tradujo en una inadaptación de los viejos métodos de gestión de lo social, gran punto de inflexión de la modernidad, donde lo social se impregnó de opacidad.

La fortaleza del Estado como actor protagónico  en el camino de la integración social y en el fomento de un modelo de desarrollo hacia adentro, comenzó a desvanecerse. La crisis fiscal y el consecuente agotamiento de los mecanismos mediadores entre política económica y política social, permitieron  visualizar y analizar las causas del debilitamiento del Estado.

Castel nos cuenta que el trabajo sufrió profundas transformaciones a través de procesos de racionalización de la producción, a la invención de métodos de control y organización productiva, procesos que al intensificar el esfuerzo humano generaron resistencia laboral y condujeron a la aparición de movimientos sociales como el socialismo y el sindicalismo. La aplicación de la ciencia a la técnica, revolucionó la industria electrónica, informática y las telecomunicaciones, mientras la sociedad pareció desplazarse desde la producción de bienes a la producción de servicios y fue llamada post-industrial. Los procesos de racionalización del trabajo se profundizaron en el marco de la globalización de la producción, dando lugar a formas de organización productiva que administraron métodos de contratación desregulada de mano de obra y formas precarias de empleo.

La dimensión social del trabajo presentó altos índices de desocupación, subocupación, inestabilidad, precariedad laboral, salarios bajos, pobreza estructural y la exclusión de amplios sectores de la población. Los sujetos que vivían de su trabajo se sumergen en un estado de indefensión frente a la ausencia de una acción proteccionista del Estado en el ámbito individual y colectivo. Estado que había quebrado intencionadamente a las organizaciones gremiales dejando a los trabajadores sin representación colectiva organizada, la ausencia total de organizaciones sociales atentó contra  la democracia.

Frente a la amenaza permanente sufrida por los trabajadores, a causa de  la inestabilidad y precariedad laboral, grandes sectores auto reprimen la iniciativa de demandar individual y colectivamente salarios elevados y mejores condiciones laborales, por temor a “perder su único trabajo”. Otro sector importante de la población económicamente activa quedaba excluida del mercado laboral, y en mucho de los casos, según el tiempo de revista en situación de desocupado, según el nivel de capacitación que detentaban o según el grupo etáreo  de pertenencia , engrosaban la categoría de “prescindibles”, pues no respondían a las exigencias del mercado laboral actual.

En este escenario, la ocupación informal, los contratos a término, el trabajo a prueba, los bajos salarios, como así también la sobre-ocupación para alcanzar un ingreso que les permita a los sujetos satisfacer sus necesidades básicas de subsistencia, iban construyendo  una ciudadanía de “baja intensidad”, impactando en el sistema de relaciones sociales de los sujetos.

Como vemos,  el trabajo cumple un rol esencial en la llamada exclusión, o “desafiliación” al decir de Robert Castel. El desafiliado es aquel que pierde toda conexión con los elementos que constituyen su entramado social. El primer punto de desafiliación es la pérdida del trabajo y con él su inscripción a distintas instituciones: salud, educación, incluso a la conformación de núcleos afectivos o de redes familiares. Cuando desaparece lo central que es el trabajo, se produce la incertidumbre laboral, inestabilidad en la familia y el debilitamiento en las estructuras comunitarias. Surge la vulnerabilidad psicosocial y educativa.

Robert Castel  opina que la globalización, en sus aspectos negativos trae consigo, la perdida de la centralidad del trabajo como organizador de la sociedad y una perdida de creencia en un Estado de Bienestar que cumplía las funciones de protección, además de producir crecientes niveles de desigualdad social, a la pobreza se suma la desesperanza. No hay cuestión social desvinculada al proceso de construcción del mercado de trabajo, por lo tanto el abordaje de la pobreza esta asociado a las transformaciones en el mundo del trabajo, las relaciones de trabajo son el eje articulador de las relaciones sociales.

Las fragmentaciones en el mundo del trabajo impactan en la "cuestión social" generando diferentes y nuevas manifestaciones del conflicto capital-trabajo (metamorfosis). La precariedad laboral en aumento, la baja cobertura del seguro de desempleo, implican un cambio importante en las reglas del juego para los trabajadores "primarios subordinados". Menos empleos estables a los que retornar, las oportunidades de empleo son la realización de tareas esporádicas y mal remuneradas, tampoco hay posibilidades de permanecer fuera del mercado de trabajo ya que la baja cobertura del seguro de desempleo implica el riesgo de privación absoluta. Los dolorosos testimonios de los trabajadores dan cuenta de una situación de injusticia histórica, pues aportaron durante años con su trabajo a la creación del producto social y en la actualidad no pueden recibir nada de él. Como señala Robert Castel "quien no puede pagar de otro modo, tiene que pagar continuamente con su persona". Planteado así, como proceso de exclusión, el problema del desempleo es una cuestión vinculada al estilo de desarrollo seguido por los países y sus consecuencias redistributivas, no existen vías de solución si no se cuestiona la forma de apropiación y distribución del producto en nuestra sociedad.

 

Pierre Rosanvallón (1995, 7-8) nos recuerda  que el nacimiento de la expresión “cuestión social” data de fines del siglo XIX, haciendo alusión a las disfuncionalidades de la sociedad industrial naciente. Los dividendos del crecimiento y las conquistas de las luchas sociales habían permitido transformar en profundidad la condición del proletariado de la época. El desarrollo del Estado Providencia casi había llegado a vencer la antigua inseguridad social y a eliminar el temor al mañana. Al finalizar los treinta gloriosos años (periodo comprendido por las décadas 50 – 60 -70) y finalizando la década del 70, “la utopía de una sociedad liberada de la necesidad y de un individuo protegido de los principales riesgos de la existencia parecía al alcance de la mano”.

 

A diferencia de Castel,  que no dice que tenemos nueva cuestión social, Rosanvallón sostiene  que con la crisis Terminal del Estado de Bienestar, el pacto social que éste expresara deja de tener vigencia. Y ahora, lo que tenemos que hacer, no es rescatar aquel Estado de Bienestar sino, por el contrario, encontrar nuevas formas de regulación social, pues nos encontramos frente a “una nueva cuestión social”. Junto a un grupo de pensadores europeos opinan que el tiempo del Estado de Bienestar ya caducó, y que debemos encontrar un nuevo “pacto de solidaridad”. Es necesario entonces una nueva forma de solidaridad.

 

Desde otro lugar, José P. Netto (2000,14-16) transita un camino socio – histórico de la palabra “lo social” en el pensamiento francés, llegando a afirmar cómo los prusianos incorporaron la idea de “cuestión social” (objetivación del pensamiento conservador). Su máximo exponente fue Guillermo Bismark, referente de la entrada del proletariado en Alemania, momento histórico en que ocurre la tardía revolución industrial en ese país. Entre 1870 y 1900 Alemania se transforma en una potencia capitalista, con un proceso de industrialización tardío pero intenso. Bismark aparecía como un anticipador, pues  promovió las primeras protoformas de políticas sociales, como una anticipación a las demandas obreras, con la convicción de que con esas medidas institucionales, podría reducir el impacto de los problemas de la industrialización. Así, los primeros en trabajar a modo de intervención sobre la “cuestión social” y de modo práctico, fueron los prusianos. Netto sostiene que no hay una cuestión social nueva, lo que sucede es que

 

“la vieja causalidad, o sea el antagonismo insuperable entre capital- trabajo, encuentra hoy una sociedad donde el trabajo es cada vez menos necesario para la reproducción del capital. O sea hace 30 años, procesos de industrialización intensivos abrían posibilidades de empleo; hoy  puede haber procesos de industrialización intensivos sin que ello implique el crecimiento de la oferta de empleo. En una sociedad caracterizada por esto, que no dejó de ser capitalista ni industrial, las expresiones de la “cuestión social”, son muchos más difusas, amplias e involucradotas que las expresiones antiguas. El sistema de las conexiones causales es lo mismo, o sea, es una producción cada vez más socializada y una apropiación cada vez más privatizada”.

 

Desde esta perspectiva, hay “nuevas expresiones de la cuestión social” ya que su sistema de causalidad es el mismo de hace cien años atrás.

 

Acercándome un poco a una definición de la cuestión social en argentina, recupero el texto de Juan Suriano (2000, 1-5) que amplía la mirada incluyendo cuestiones de género y relacionados centralmente al rol de la mujer en su carácter de trabajadora y/o madre, el tema inmigratorio-obrero y la cuestión indígena, que tuvo su manifestación más dramática al finalizar la campaña de 1880 cuando miles  de indígenas fueron exterminados y los que sobrevivieron sufrieron un proceso de desestructuración.

La definición de James Morris (1967) cuando se refiere al  caso chileno es la siguiente:

 

“consecuencias sociales, laborales e ideológicas de la industrialización y urbanización nacientes. Una nueva forma del sistema dependiente de salarios, la aparición de problemas cada vez mas complejos pertinentes a viviendas obreras, atención médica y salubridad; constitución de organizaciones destinadas a defender los intereses de las nuevas clases trabajadoras: huelgas  y demostraciones callejeras, tal vez choques armados entre los trabajadores, la policía o los militares y cierta popularidad de las ideas extremistas con una consiguiente influencia sobre los dirigentes y trabajadores”.

 

Se trata de una definición demasiado ajustada, aún para el caso argentino, siguiendo el pensamiento de Suriano, es necesario ampliarla, incluyendo dentro de lo que se llama cuestión social, otros temas significativos del momento.

De todos modos, como refiere Suriano,  la cuestión social es un concepto más abarcador y ajustado que la cuestión obrera, en tanto éste ultimo remite específicamente  a los problemas derivados de las relaciones laborales. Sin embargo es importante remarcar que aunque no fue la primera manifestación de la cuestión social, el problema obrero está en el centro del debate y cruza la gran mayoría de problemas inherentes a la cuestión social; la pobreza, la criminalidad, la prostitución, la enfermedad y las epidemias o el hacinamiento habitacional, para no mencionar la conflictividad obrera, resultan todas cuestiones vinculadas de una u otra manera al mundo del trabajo en tanto eran parte de sus desajustes (bajos salarios, malas condiciones de trabajo, desocupación, etc.)

 

Actualmente Carlos Eroles y colaboradoras (2005,105-109) refiere que “se entiende por “cuestión social”, según una de las acepciones en vigencia, un tema incorporado a la agenda pública, dado que la opinión técnica especializada, más frecuentemente, la opinión pública lo considera “socialmente significativo”. Precisamente es este último elemento, la significación, lo que debe tomarse especialmente en cuenta cuando hablamos de “cuestión social”.

 

También encontramos voces disonantes respecto a lo que llamamos cuestión social, tal es el caso de Alcira Argumedo (1993) que  prefiere hablar del “nosotros latinoamericano” partiendo de la existencia de una matriz autónoma del pensamiento popular. La autora confronta las ideas rectoras de las principales figuras del mundo central y de sus contemporáneos latinoamericanos, indaga en los núcleos constitutivos del pensamiento teórico-político occidental y rastrea en el patrimonio sociocultural las bases para la conformación de esa matriz Latinoamericana.

 

Es en esta trama de significaciones sociales donde actuamos los profesionales de trabajo social, actuación profesional que muchos prefieren llamar intervención profesional en la cuestión social.

 

 

3. Revisando la “intervención”

                  

La geografía de la acción social comunitaria se construye a partir  de  relatos y narraciones  no inocentes, pues coincido  con Forster (2005) cuando refiere que “las palabras nunca son neutras, el lenguaje nunca es inocente de lo que nombra, construye lo que nombra, las palabras a veces nos traicionan, configuran sentidos, una visión del mundo”. Por ello al decir de Maturana  “el mundo en el que vivimos es siempre, y de manera inevitable, el que hacemos” y nombramos. En este trabajo voy a comenzar indagando los significados de la palabra intervención  desde el Diccionario de la Lengua Española.

Intervenir: proviene del término latino  interventio; Acción y efecto de intervenir. Cuerpo de Oficiales que tiene por misión inspeccionar la administración de los ejércitos. Acción de inmiscuirse en los asuntos de…

Hasta aquí podemos visualizar la utilización, a modo de sinónimos, dos palabras: inspeccionar e inmiscuir-se en / los asuntos de otro, sea ejército o estado. Por otro lado el mismo diccionario nos expresa que la palabra Intervención: proviene del latín intervenire. Interponer uno su autoridad. Interceder o mediar. Examinar o fiscalizar las cuenta…Dirigir, limitar o suspender una autoridad. Espiar por mandato o autorización legal, una comunicación privada.

Aquí recién aparece  la palabra mediación, que según Eroles y Carballeda en su uso común es utilizado como sinónimo de intervención, al igual que cooperación o ayuda. Pero no debemos olvidar las otras significaciones que aparecen, acciones como dirigir, limitar, suspender, espiar, examinar.

Si agregamos a estas acciones, aquellas nombradas por Carballeda, como intromisión, injerencia, intrusión, coerción o represión, estamos en presencia de un claro predominio de palabras y significados que dan cuenta de las acciones que desde mi posicionamiento, poco tienen que ver con lo que se enuncia en discursos sobre el Trabajo Social como profesión y que me llevan a preguntarme; ¿estarán entonces relacionadas con lo que se hace cotidianamente en el ejercicio profesional?  O quizás, guarda relación con la concepción de campo problemático que postula Rozas Pagaza (1998, 59) como aquello “sobre qué se interviene”, es decir ¿sobre qué se dirige, se limita, se suspende autoridad, se espía y examina?, ¿sobre qué se  tiene injerencia?, ¿sobre qué se entromete o ¿sobre qué ejerce represión? ¿Sobre…? Es aquí donde me surge un interrogante impensado ¿qué quiere significar la autora, con el término “sobre”?.

El Diccionario Ilustrado Océano de la Lengua Española, significa esta palabra como (Latín, super) preposición, encima de... cerca de otra cosa, con más altura que ella y dominándola. Con dominio y superioridad.  Como contrapartida a este vocablo  encuentro BAJO: Adjetivo. De poca altura. Dícese de lo que está en lugar inferior, respecto de otras cosas de la misma clase. Inclinado hacia  abajo También encuentro DEBAJO: Adverbio. En lugar o puesto inferior respecto de otro superior .Con sumisión o sujeción a personas o cosas.

Siguiendo esta reflexión, que  para algunos puede parecer simplemente un juego de palabras y significados, yo creo como Maturana  que al “lenguajear”,  al producir nuestros relatos, construimos realidades, creamos un mundo posible, lo explicamos y lo justificamos en un esfuerzo de simbolización lingüística y comunicativa, también a través del discurso, expresamos sentimientos, creencias, concepciones de sujeto y del objeto de conocimiento, y seguramente confirmamos lo que hacemos y desde qué lugar o posición, lo hacemos.

Entonces yo me pregunto respetuosamente: ¿El Trabajo Social se encuentra  por encima de los Campos Problemáticos, por encima del Objeto de “Intervención”, con más altura y superioridad que él y dominándolo?

Numerosos autores entre ellos  Teresa Matus Sepúlveda, Margarita Rozas Pagaza, Alfredo Carballeda, Susana Malacalza, Natalio Kisnerman, Carlos Eroles  continúan utilizando la denominación “intervención”  muy ligada  a la “cuestión social”. Y en relación a la cuestión social, debemos reconocer como refiere Carballeda,  las prácticas del Trabajo Social, la medicina, la psicología, la psiquiatría se vinculan inevitablemente a la intervención, y desde allí quizás sea posible tratar de invertir algunas preguntas o algunas respuestas: ¿Qué sentidos socio-históricos arrastra  en nuestro país y  en Latinoamérica,  dicha palabra?, ¿Es adecuado en estos tiempos, continuar utilizando la terminología “intervención social”? En esta perspectiva, el trabajador social aparece entonces,  antes de ser educador social o mediador ¿quizás como un interventor social? y  finalmente si es un interventor social, ¿desarrolla  funciones de un interventor, hijo de un modelo intervencionista con el objetivo de poner o imponer un orden? ¿trabaja o interviene sobre…?

Muchos responderán al unísono: ¡no, jamás!, solo se trata de una cuestión conceptual y disfrazarán o justificarán su discurso,  otros dirán, “tal vez…” y revisarán críticamente  su ejercicio profesional. En mis reflexiones siguientes exploro y analizo críticamente  experiencias de “intervención” en el sentido más estricto de la palabra, en un espacio local – barrial.

 

 

4. Una mirada  a contrapelo  de nuestras  prácticas profesionales

 

Como dije anteriormente, este momento de reflexión crítica tiene como objetivo compartir el perfil de mi actual experiencia comunitaria e intercultural (como Coordinador  de un Equipo de Salud Comunitaria) e incorporar algunos conocimientos de antropología social que me permitieron repensar el campo o referente empírico (Guber,2004) y mirar críticamente la posición profesional al momento de “intervenir” durante el enriquecedor proceso de inserción (1) en un espacio local  (Kisnerman, 1998,194)           

Las presentes reflexiones emergen de los primeros pasos en el ingreso a las condiciones  concretas de existencia  de sus vecinos. Las elevadas demandas de atención a personas discapacitadas, desde instituciones municipales, educativas, de salud, organizaciones no gubernamentales, y de los mismos vecinos del Barrio La Esperanza – Perico – Jujuy,  durante el año 2002 y parte del 2003, nos llevaron a decidir,  desde el hospital público y monovalente de la zona (2), un acercamiento prudente y respetuoso a dicho espacio vital.

Aproximación progresiva que nos permitió desde informes del personal de salud de barrios lindantes y luego, desde los mismos vecinos,  acceder a un conocimiento aproximado sobre la salud de su población, relacionado con discapacidades.

Dicha información nos preocupó y generó en nuestro equipo, el deseo de acercarnos a conocer haciendo y “acloparnos”   a los dispositivos vecinales de búsqueda de salud integral (3) en movimiento. Ello implicaría  después de construir relaciones de confianza, realizar acciones conjuntas que garanticen la salud en general y la atención de personas con alguna discapacidad, en particular. Y nos referimos a salud en general, pues estar y hacer en el escenario barrial, significa encontrarnos con personas y familias multiproblemáticas que muestran lo dificultoso que es categorizar los problemas e intentar actuar profesionalmente.

 

Llegan, toman lo que les sirve y se van

 

Según relatos de vecinos de antigua residencia en el barrio, autoridades de instituciones del medio con quienes tuvimos nuestras primeras conversaciones; muchas fueron las “intervenciones” en el barrio, desde instituciones educativas, sanitarias y  sociales. Nuestros registros de campo (Guber; 2004) describen el modo  en que visualizan a la población, los profesionales que trabajan en la zona desde los Puestos de Salud y en otras  instituciones, y por ende las prácticas sociales que devienen de dichas concepciones.

 

“una vez vinieron chicas, estudiantes, no se de qué facultad, hicieron encuestas,  estadísticas, algunas reuniones,  estuvieron un tiempo y se fueron”

“o si no vienen esos programas que están unos días, te curan las muelas, la vista, te dan anteojos y se van...”

“Una vez vino uno que ahora es Licenciado, sacó información, hizo su trabajo y se fue..., no dejó nada”.

“o  vienen los políticos, en tiempo de elecciones, te prometen remedios, subsidios, programas  bla, bla, y no cumplen nada.”

“sin ir más lejos, la otra vez vinieron los Asistentes de Nación, nos hicieron una encuesta, y nos invitaron a una reunión, en la reunión nos dijeron que era para saber como vivíamos nomás...”

“Un tiempo venían los de la “muni”, a dar charlas de embarazo, de alcoholismo,  de muchas cosas, cursos de telar, manualidades, de radio-tv, nos enseñaban para que progresemos y vivamos mejor”

 

Estas expresiones, que fueron rescatadas de extensas e intensas conversaciones  (Geertz, 1987) me llevan a una primer instancia de reflexión ¿nuestro objetivo profesional- en las incursiones en contextos socioculturales - es solamente relevar datos  e información  acerca de las nuevas culturas, del comportamiento de la gente y acercarnos con propuestas profesionales salvíficas? Aprendí que este punto de vista, esta práctica es solo un repetido acercamiento cargado de prejuicios y etnocentrismo, con la idea de progreso sostenida desde una visión europeizante. (Krotz, 1988; Mechthild, 1988; Levy –Strauss, 1993)

 

De los viajeros del siglo  XVIII a los viajeros “modernos

 

Con la idea de descubrir y participar de las acciones de salud que desarrollaran los vecinos del barrio, decidimos desde el equipo, colaborar-conociendo y conocer- colaborando en las acciones desarrolladas desde Atención Primaria de la Salud, en especial de los Centros de Salud de barrios lindantes con La Esperanza.  Comenzamos a “peregrinar  el terreno” como refiere Bertucelli, (2002) junto a Trabajadoras Sociales y Agentes Sanitarios, quienes con buena disposición y como buenos “baqueanos” nos guiaron por el campo.

Durante ese caminar dimos cuenta de cómo la experiencia de sus viajes al interior del contexto sociocultural (barrio), su experiencia les había permitido construir  e instalarse en una particular percepción de la realidad y una concepción de sujeto, que describo 

 

“es un asentamiento muy pobre,  jodido, difícil, los fines de semana es peligroso…”

“pareciera que a la gente no les interesa estar mejor...”

“las mamás no se cuidan para nada, les cuesta higienizarse, son descuidadas, duermen hasta tarde...”, “son vagas...”, “son sucios..,”

“las vacunas están, a veces se pasan y no la aprovechan,...”

“No entienden cuando les decimos que se cuiden...”

“Hay que ir a traerlas al control, hay que andar por detrás de ellas...”

“Nosotros pensamos en ponerle el DIU, para que no tengan tantos hijos...”

“hay mucha violencia, los hombres toman mucho y maltratan a las mujeres y a los chicos...”

“prefieren tomar yuyos, a venir al puesto...”

“Los chicos, son terribles. Claro, qué se puede esperar, con los padres que tienen...”

 

Esto me lleva a una segunda reflexión y a la vez me recuerda a Emmanuel Kant cuando en sus tiempos, mientras él se preguntaba ¿qué es la ilustración? Tupac Amaru moría descuartizado por liderar la rebelión indígena que precediera a la independencia de Latinoamerica. Aún así, el mismo Kant consideraba que:

 

“El pueblo de los americanos no es susceptible de ninguna forma de civilización. No tiene ningún estímulo, pues carece de afectos y de pasiones. Los americanos no sienten amor, y por eso no son fecundos. Casi no hablan, no se hacen caricias, no se preocupan de nada, son perezosos…incapaces de gobernarse, están condenados a la extinción. (Gerbi, 1982)

 

Es ilustrativo el texto de Mechthild, Rutsch (1988,19-37) cuando  describe el contacto del mundo occidental con los pueblos autóctonos del pacífico, allá por el siglo XVII:

(1750)”...para el ojo occidental de la época tanto los nativos de Melanesia como los de Australia, eran de aspecto  poco  agradable  y  aunado a  su  falta  de  tecnología desarrollada, fueron calificados como las gentes más miserables que existen en el mundo entero”,”...negros salvajes, crueles y primitivos..., miserables, abyectos y pobres.”

           

Los pueblos de América no corrieron mejor suerte, sin ir mas lejos López de Albornoz (U.N.T.-1994) expone” Durante el siglo XIX, las poblaciones aborígenes del NOA debieron atravesar un período crítico de su historia”. ”Los naturales seguían siendo incapaces de valerse por sí mismos, “bárbaros”, (incivilizados) y “miserables”

Siguiendo el pensamiento de Rodolfo Kusch (1977, 25-35) encontramos algunas  respuestas a ésta situación “del pasado actualizado”. Nuestro ofrecimiento, nuestros recursos disponibles, (vacunas, medicamentos, controles, DIU, talleres, etc.,) parecen carecer de significados para ellos, al menos, el que nos enseñaron a nosotros.

Evidentemente, nuestros instrumentos, nuestra tecnología, nuestras recomendaciones no pasan así nomás a su mundo y  escandalizados, ofendidos quizás, ante las conductas y respuestas de los vecinos, los calificamos de ignorantes. Calificativo que solemos usar en estos casos (nos incluimos), cuando vemos que los otros ven  y viven la realidad de una manera distinta a la nuestra.

El rechazo a nuestras soluciones, genera una sensación de despojo, porque los vecinos o las mamás ven y viven su realidad de otra manera,  nos obligan a pasar de un nivel de un yo que ofrece objetos, a un nivel en el cual nos sentimos sencillamente desamparados, despojados. Y solo nos queda como último recurso calificarlos de analfabetas, no entienden son duras,  desinteresadas,  descuidadas, ignorantes, mentirosas, mañeras,  etc. (médica de un puesto de Salud). Y esta conducta nos posiciona nuevamente en un lugar de seguridad por nuestro saber, aún así, estamos heridos evidenciando nuestro déficit, y aparecen otros calificativos peyorativos como éstos: coyas sucias, opas, salvajes, indias, etc., (director de un Hospital) ¿No fue acaso, esta conducta el recurso utilizado  para avasallar a los pueblos originarios?

Al advertir nuestro despojo, no somos nosotros los que modificamos la realidad, sino que es la realidad, encarnada en los vecinos, en esos otros diferentes, con diferentes posiciones y puntos de vista,  los que nos modifica a nosotros y  entonces, aparece el insulto como último recurso para restablecer e imponer nuestro sentido  sobre el mundo. Podemos estar a un metro de distancia física de ellos  pero nuestro discurso y acciones desde este posicionamiento, hacen que la distancia sea mucho mayor.

Un día, descansando de caminar, repasamos nuestros registros, nos miramos y nos preguntamos, con ésta forma de actuar en los espacios locales:

 

-         denotando en ellos, solo cualidades negativas en nuestros medicalizados “diagnósticos sociales…,diagnósticos de patología”,

-         dejando claro que somos profesionales y ellos no, evidenciando una actitud de superioridad,

-         forzando procesos en nombre de años lectivos, programas, etc. cuando predominan nuestros tiempos y no los suyos,

-         creyendo ser la salvación con soluciones extraídas desde nuestro mundo...

-         tolerando a regañadientes la diferencia cultural, y no la respetamos ni valoramos en busca de la interculturalidad

-         secuestrando información  para los laboratorios de expertos sociales, de niveles centrales, de secretarías y ministerios como un botín de guerra… y tardíamente regresamos con planes y programas para arreglarles la vida, o

-         formando a nuestros alumnos desde un discurso teórico disociado de la práctica cultural, disfrazado de coherencia científica y académica,

-         cuando en nombre de los equipos interdisciplinarios, dejamos fuera la cultura popular, las prácticas culturales y el saber cotidiano…

-         Cuando llevamos  un estandarte de la ciudadanía,  la bandera del desarrollo local, “¡la palabra!” en la salud comunitaria etc.,

 

¿No estaremos  reproduciendo los rituales de la conquista de América?

 

La respuesta  no está en ningún texto, está en nosotros, en la lectura crítica de nuestras prácticas y nuestros discursos.

 

 

5. Reflexiones Finales sobre “la cuestión social” y la noción “intervención”

      

Esta lectura  de nuestros discursos e “intervenciones”  nos exige a los profesionales de las ciencias sociales en general, y en particular a quienes desarrollamos nuestro ejercicio profesional en el campo comunitario, un posicionamiento diferente en los contextos socioculturales (barrios), un enfoque intercultural que nos permita  reinterpretar y reeditar el contexto y el etnocentrismo omnipotente de nuestra posición profesional.

 

·        Creo que no estamos en presencia de una nueva cuestión social extraída “tal cual” del pensamiento sociológico francés como refiere Castel o Rosanvallón, sino que nos enfrentamos a construcciones latinoamericanas de lo social a ser develadas y sobre todo resueltas. Desde una matriz autónoma del pensamiento popular, como el de Alcira Argumedo  tratamos  de hablar y trabajar con la cuestión del “nosotros latinoamericano”, pensamiento que coincide con la perspectiva de Sebastián Bertucelli (2006), que sostiene la necesidad de construir estrategias culturales para abordar la problemática latinoamericana en sus diferentes matices, evitando en lo posible extrapolar lecturas sociológicas, macro – exógenas de sociedades  diferentes a las nuestras,  mucho menos imponer modalidades organizativas de occidente que atentan contra la diversidad de la cultura Latinoamericana. También propongo trabajar desde equipos interculturales en el campo comunitario, trascendiendo la interdisciplina, integrando de este modo el saber académico con las culturas, las prácticas culturales  y el saber cotidiano, para construir  respuestas y dispositivos equivalentes a los problemas de nuestro pueblo.

·        En este apartado quiero dejar claro mi posicionamiento respecto a los conceptos de “rol” y posición” ya que en el contexto de mi experiencia comunitaria adopto junto a mi equipo intercultural (4) de trabajo el de “posiciones dinámicas” por considerar que operando desde  roles estáticos omnipotentes  nuestra actuación profesional se encuentra limitada, desbordada por la demanda  y por ende descalificada del movimiento social. Nuestra mirada sigue la línea de pensamiento planteado por Rodolfo Núñez (2001). El campo social es un espacio estructurado en posiciones, y posición  es el lugar ocupado en cada campo en relación con el capital específico que allí está en juego. Estas posiciones no hacen referencia a lugares funcionalmente definidos en las organizaciones, por lo tanto no suponen necesariamente la existencia de una organización formal. Estas posiciones son relativas e implican la puesta en marcha de un pensamiento relacional. Cada posición se define en relación a las demás posiciones que constituyen un campo específico y por lo tanto el hacer referencia a una determinada posición implica siempre la referencia al sistema de relaciones en el cual está inserta. Propongo un ejercicio profesional dinámico, donde el poder circule (heterarquía) en relación a ciertas tareas, posiciones, lugares, todo un conjunto bastante amplio de dimensiones en las que podemos pensar la circulación del poder. Dejando de lado el temor de fusionarnos con la cultura popular. (5)

·        En la posición podemos observar su carácter instituyente, ya que posibilita un trabajo dinámico y estratégico en función de las características de la demanda, desde un “vacío funcional  como dicen los chinos, El que está lleno vuelca sobre, el que practica el vacío funcional necesita aprender  a recibir, ser llenado por las formas de autogestión local para ver qué aporte dá” (Bertucelli, 2006), a partir de  esa posición.

·        En el caso del rol, en esencia es  de carácter instituido, lo que está establecido desde la norma vigente, vaciándose  de la significación de instituir, fundar, crear, transformar, innovar. El carácter de predeterminación del rol constituye un campo de acción, que posibilita abordar la demanda social desde prácticas parciales, rígidas y autolimitadas. Parcial porque carece de integralidad, abordando solo la dimensión para lo que fue creado dicho rol; rígidas porque los roles incluyen prácticas acordes al rol, acciones  encasilladas y predeterminadas, productos de la “negociación” entre integrantes del colectivo profesional. Rigidez que deja  por fuera todas aquellas acciones (inclusive las novedosas y creativas) porque son vistas como ilegítimas.

·        Robert Castel  y su concepción de la metamorfosis de la cuestión social (latinoamericana) nos ubica en el preciso dilema entre posición y rol. La cuestión latinoamericana y regional, en perspectiva de devenir histórico, por ende dinámica, dibuja contextos para los que los roles estáticos acaban llegando tarde. A su vez, los roles estáticos, permiten a quienes intervienen, la posibilidad tranquilizadora de “actuar” desde un marco de certidumbres. Esta metamorfosis en el nosotros latinoamericanos y nuestras circunstancias, hace temblar las certidumbres y recompone todo el paisaje social.  Urge entonces - como dice Núñez- una migración epistemológica, de las antiguas certezas  a las nuevas incertidumbres.

·        Acuerdo con Lucía Velez Restrepo (2003,54-55) que el término “intervención”, ampliamente utilizado en el lenguaje profesional para designar determinado tipo de acción desarrollada en la práctica del Trabajo Social, resulta  problemático y restrictivo desde el punto de vista epistemológico y operativo, siendo necesario una revisión y remoción. Las nuevas tendencias metodológicas, refiere la autora,  abogan por el establecimiento de sintonías, tránsitos y filiaciones con tendencias y posturas que conecten la esencia del quehacer profesional con una Acción Social dialogante e interactiva, y es tiempo de que ello  comience a operar también en el terreno de lo conceptual. Por otro lado, enuncia y denuncia la marcada connotación positivista presente en el término “intervención”  con que se define toda la metodología del Trabajo Social (métodos de intervención, modelos de intervención, intervención profesional en la cuestión social, niveles de intervención, etc.) fundamentada en un imaginario ideológico que subordina la práctica profesional a visiones externalistas  de manipulación, control o cosificación de las personas y situaciones.

·        En sintonía con lo anterior  y con la propuesta de la autora de contribuir a  una apertura conceptual necesaria en nuestro lenguaje profesional, adhiero a la utilización del termino “actuación profesional” por el de “intervención profesional”  hasta tanto  no encontremos otra terminología  superadora.

·         Entendiendo por actuación profesional el conjunto de actos, prácticas y procesos condicionados por interacciones y mediaciones sociales (internas y externas) que construyen la especificidad del Trabajo Social, y cuya elección no es ajena a las nociones, visiones o posturas que sobre la realidad, la profesión y la acción social se tengan. La  actuación profesional tiene un marco intencional estructural y contextual que la hacen posible. El carácter simbólico o la capacidad de representación, y la finalidad, orientación o intencionalidad definen el sentido de la acción.

·         La actuación profesional remite a todas esas acciones materiales y/o discursivas que realizan los agentes profesionales y al conjunto balanceado de lógicas y competencias administrativas, experienciales, cognitivas y creativas que le infunden vida al ejercicio profesional proyectándolo. Las intenciones y los conocimientos desplegados por los profesionales están enmarcados en condiciones a veces desconocidas, y sus consecuencias – a veces no pretendidas – tienen que asumirse con criterio y responsabilidad ética. La actuación profesional así entendida se enmarca en el contexto de la acción social.

 

·        No podemos compartir la búsqueda de salud y calidad de vida con los vecinos, solo desde el edificio – institución – gabinete - biblioteca, creyendo que lo que vemos a la distancia es la realidad,  creemos que uno de los caminos hoy, es “caminar tierra adentro” encontrándonos con los vecinos, interaccionando con ellos, conociendo y reflexionando juntos, como refiere Guber (2004), cuando habla sobre la reflexividad en el trabajo de campo.

·        Este posicionamiento nos lleva a  resignificar nuestra práctica, volver hacia su interior, valorar nuestro “saber hacer” con “otros” actores sociales. Implica, no refugiarnos  en soluciones diseñadas  a distancia por profesionales de niveles centrales, para problemas públicos, con consecuencias muchas veces peores que el mismo problema que pretende resolver. Nos conduce a pensar en integrarnos a las formas de cooperación  existentes, a las redes sociales existentes y con  genuino interés social, corriéndonos de los análisis sociológicos que no pasan de ser retóricos o espejuelos metodológicos  que algunos estudian por estudiar, para aumentar su curriculum vitae en la carrera de investigadores. Investigadores que investigan, conocen por conocer, y que la gente siga con sus problemas. De alguna manera creo que estudiando por,… estudiar es un modo de evadirse al compromiso de la acción transformadora y transformante (Bertucelli, 2006). Recordando que la exigencia del trabajo social,  es ante todo, acción en la realidad y para lo cual basta conocer “tanto cuanto” se necesita para actuar.

·        La actuación profesional es parte constitutiva de nuestro ejercicio profesional no así en la profesión  del sociólogo. En una profesión como la nuestra  no basta tener un cuadro de referencia teórica que nos permita comprender el “ahora social y cultural” sino que es necesario tener competencia operativa- estratégica. Es necesario no solo comprender la necesidad de la acción sino saber como implementar la acción. Y aun así, se torna insuficiente, agregaríamos siguiendo a Jose P. Netto “es necesaria una competencia política”, pues lo anterior tampoco parece bastar, pues es necesaria la competencia política que nos permita discriminar fines y elegir entre fines. (Netto,2000,9-29). Kisnerman (1998,189) en “Pensar el Trabajo Social” reflexiona; hoy el trabajo social tiene que asumir más que nunca el coraje de luchar por la igualdad y la justicia social. Los Trabajadores Sociales deberíamos estar más cerca de la gente con la que decimos que trabajamos.

·        Tener en cuenta que nuestro etnocentrismo nos lleva y nos llevó a pensar  en algún momento sin seriedad alguna, que esos dispositivos locales (redes) se iniciarían con nosotros, con nuestra llegada: “vamos a armar redes entre los vecinos”, luego nos dimos cuenta, que  los dispositivos están construidos históricamente por sus pobladores, y que tendremos que aprender a descubrirlos identificarlos y  por qué no?, vivirlos. El pueblo no está quieto o sentado esperando a las universidades o políticas sociales  para ser promovidos. El pueblo se mueve, hay que saber ver eso (Parra, 1998). También significa comenzar a trabajar desde lo que existe y  tienen, de lo que pueden y de lo que quieren, no desde lo que nosotros traemos desde nuestro mundo, ni siquiera desde nuestros tiempos creyendo “que los valores de la propia cultura son superiores y todas las otras deben ser juzgadas de acuerdo con ellos...”, “ los griegos llamaban bárbaros a quienes no participaban de su cultura”  (Canclini,1981)

·        Hay que elaborar el duelo de perder la creencia de nuestra supuesta superioridad “para pasar a habitar verdaderos espacios interculturales” (Bertucelli, 1988) actuación profesional acoplada a la construcción de estrategias culturales.  Juntos, no desde un vínculo jerárquico, no desde arriba hacia abajo, ni desde afuera hacia adentro. No somos unos genios frente a un o unos tonto/s, ni maestros frente a alumno, no somos los que sabemos frente a los que no saben, tampoco los que tenemos, frente a quienes no tienen, con este posicionamiento  y  con  el  aporte  de  todos, las posibilidades de crecer se multiplican, no solo la de las personas que acompañamos, sino las nuestras.    Me dirán con acierto, que prestamos más atención a sus problemas, y digo que es solo porque suponemos, que nosotros tenemos capitalizados ciertos conocimientos y algunas experiencias profesionales que  ellos no, quizás, esa sea nuestra única  ventaja, la  del pueblo es que saben  de sus problemas mucho más que nosotros (Mamaní, 2003) , con estrategias genuinas que ya vienen siendo.

·        Juan Alsina en 1950, autoridad en materia de inmigración y autor de uno de los primeros estudios sobre las condiciones de vida de los trabajadores en la Argentina, hizo un pedido dirigido a  quienes estudiaban “derecho y ciencias sociales” solicitándoles dirigir sus actuales abstracciones hacia la práctica, dedicándose a observar los fenómenos relacionados con el bienestar social del pueblo. (Zimmermann, 1994) Teniendo en cuenta la experiencia vivida en nuestro continente, desde la aparición de  las ciencias sociales, revela de una manera trágica que no existe un verdadero correlato entre el desarrollo de las ciencias, en lo que hace a su capacidad de explicar los fenómenos, y un verdadero y constatable mejoramiento de las condiciones de vida de la gran mayoría. Son muchas las investigaciones que se realizan y que se realizaron en estas últimas décadas, sin embargo sus resultados están lejos de haber sido un verdadero aporte para transformar la realidad latinoamericana. (Ander Egg, 2003, 6-7)

·        Aquellos  que no somos científicos puros, ni investigadores en el sentido estricto, sino militantes y trabajadores de las áreas de la acción socio-cultural, a escala humana microsocial (del uno a uno, diría Bertucelli) y escogemos el compromiso de trabajar con la gente, especialmente con los mas necesitados o marginados, o excluidos, creemos  que es retomar  un camino que no tiene retorno a los privilegios de élite, como refiere Bertucelli (1988) dirigiéndonos a confluir con la diversidad cultural, con las diferencias, con nuestras incertidumbres y asombros; a partir de allí transitar caminos alternativos,  como los que buscan y tienen los pueblos indolatinoamericanos..

 

 Camino lento, paciente, metódico que nos conduciría tierra adentro del continente...” (el barrio, la vecindad, de sus redes), “hacia dimensiones desvalorizadas o negadas de nuestro inconsciente”. Creo que no es otra cosa “que volver a hacernos pueblo” (Bertucelli, 1988)

 

 

 

Víctor Hugo Mamani

 



[1] Presentación de Mgs. NILDA INES TORCIGLIANI (2006) Docente Cátedra: Intervención y Cuestión Social en Trabajo Social. Universidad Nacional de Entre Ríos. Facultad de Trabajo Social. Maestría en Trabajo Social. Calificación: Distinguido 9 (nueve)

 

 

 
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